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domingo, 26 de febrero de 2017

La carta que nunca leerá Carl Sagan.




Habitamos un universo donde los átomos se fabrican en los centros de las estrellas, donde cada segundo nacen mil soles, donde la vida nace entre estallidos gracias a la luz solar y a los relámpagos en los aires y las aguas de planetas jóvenes; donde la materia prima de la evolución biológica se fabrica a veces en la explosión de una estrella a medio camino Del centro de la Vía Láctea, donde una cosa tan bella como una galaxia se forma cien mil millones de veces: un Cosmos de quasars y de quarks, de copos de nieve y de luciérnagas, donde puede haber agujeros negros y otros universos y civilizaciones extraterrestres cuyos mensajes de radio pueden estar alcanzando en este momento la Tierra. ¡Qué pálida son en comparación con esto Las pretensiones de la superstición y de la pseudociencia! ¡Qué importante es que hagamos progresar y comprendamos la ciencia, esta empresa característicamente humana!
. Carl Sagan: "Cosmos".

Nada tan rico como el inagotable caudal de la Naturaleza. Tan sólo nos muestra superficies, pero su profundidad es de un millón de brazas.
Ralph Waldo Emerson.

Queridísimo, sapientísimo, gran doctor Sagan:

Bueno, no sé qué tratamiento aplicarte. ¿Prefieres profesor Sagan, o simplemente Carl? Tras casi dos meses oyendo tu voz... ¡-Qué razón tienes, cuán maravillosos son los libros! Puedo acudir a ellos tantas veces como quiera y gozar de la compañía de genios presentes y pasados. ¡Ay! Si no nos hubiésemos encargado de destruir tanto saber... Como a ti me indigna sobremanera lo de la Biblioteca de Alejandría, y comparto el pensamiento de nuestro veloz progreso si la barbarie y la sinrazón no hubieran pisoteado el conocimiento jonio. Escribí unas líneas en homenaje a Anaxágoras, Sócrates, Hipatia y algunos otros grandes frenados abruptamente en su búsqueda del conocimiento:
También arremetí contra la intolerancia religiosa, cosechando muchas críticas por ello:
¡Oh, Dime, te ruego: ¿Por qué ocurre esto? Parece ser que estamos lejos, a años luz de conseguir esa hermandad humana que predicas, sin rechazo cultural, para poder seguir construyendo y hablar en nombre de la Tierra. La amenaza nuclear no es tan evidente como en tus tiempos; o al menos quiero creer que no, pero... El Estado Islámico comete tropelías que no relato por miedo a las lágrimas, y en el otro extremo de esta palanca mortífera de primer grado -por tipo de palanca y por destructora- se amontonan gobiernos occidentales de extrema derecha y principios absurdos, como el de Donald Trump. ¿Qué hubieras escrito si lo hubieses visto? ¿Crees que todos esos bárbaros no fueron acariciados en su niñez? Sí: los pequeños que sufren maltrato no desarrollarán el cerebro con normalidad; en él quedarán secuelas para toda la vida. Sólo tras la adolescencia se consolida el centro de control cerebral y las huellas anteriores de la barbarie humana lo dislocan, en mayor o menor medida. ¿Por qué somos así? Capaces de crear sublimes obras de arte y, al mismo tiempo, de levantar la mano contra una tierna criaturita indefensa (!viles, cobardes, sádicos abyectos: dañar a niños!!!) contra la esposa; contra alguien que piense de modo diferente al nuestro. O de estrellar aviones y colocar bombas donde sea, ¡contra la especie, Homo Sapiens Sapiens! Temía a las lágrimas y ya han nublado mis ojos. Siento que no estés aquí para abrazarme y consolarme. Quisiera pensar que nuestra inteligencia evolucionará con objeto de  frenar la autodestrucción..., ¡pero sé que es una utopía! !Asimov, trae a los de la Segunda Fundación! Querido Carl: te fuiste casi un lustro después que el gran Isaac, a quien sin duda conociste [1]. De adolescente soñaba con esa inteligencia benefactora que manipula nuestras mentes para erradicar el mal. ¡Ay! ¿Por qué nos dejasteis tan pronto? Ahora tendrías 82 y yo podría dirigirte mis líneas realmente, y tal vez responderías a mis muchas dudas. En junio descubrí el coloquio televisivo que mantenéis Stephen Hawking, Arthur C. Clarke y tú: ¡es tan interesante...! Me encanta que prologaras la Historia del Tiempo de mi amigo Hawking, libro que me hizo emerger de las tinieblas emocionales e interesarme por nuestro cosmos. Bueno, en realidad fue la película "La teoría del todo", que no conoces, basada en la vida del genial Stephen a quien supongo que admirarías como yo: ¡el triunfo de la inteligencia, la constancia, el tesón y la voluntad!

Hace más de un mes empecé tu magnífico libro, viaje personal por el universo y las civilizaciones. ¿Por qué no se me ocurrió antes? Asimov pide que leamos y que aprendamos nosotros mismos, desde casa, con hipotéticos superordenadores conectados al mundo para uso personal, que ya existen desde hace tiempo en todos los hogares. Hawking me llevó a sus libros de divulgación científica; luego exploré por algunos programas de radio y televisión y me entusiaasmé con la neurociencia de la mano de Mariano Sigman y Oliver Sacks. ¡Ay, el gran Sacks, cómo valoraba la música! La empleó en sus terapias con increíbles resultados, y aquí la tenemos tan infravalorada... Bach, sé que lo adoras: ¡lo mandaste al espacio! ¡Lo mencionas en tu "Cosmos"! También amas a Beethoven, tejido musical en momentos cruciales de la serie. Con ambos músicos, de hecho, finaliza el capítulo 13 y último. Compartimos pasión, amigo. ¡Ven, que necesito abrazarte de nuevo! He llorado tanto con tu libro... Y me he sentido tan..., tan... grande y pequeña a un tiempo... Quasars y quarks, galaxias y átomos; y en un insignificante rinconcito nosotros, una anécdota cósmica. No sé cómo nos obstinamos durante tanto tiempo en ser el centro de la Creación, y todavía lo predican muchas religiones. También pretendemos trascender, buscar una finalidad, una inmortalidad... ¡Con lo aburrido que ha de ser! Hasta hace nada,  nuestra esperanza de vida era de unos 30 años; ahora la hemos duplicado de sobra. ¿Qué provoca esto? Inadaptación biológica, depresiones, hastío... ¡No estamos preparados! Como predijo Asimov, tenemos todos los cacharritos que queramos a nuestro servicio y sin embargo nos aburrimos, recurriendo a la psiquiatría. Yo misma colapsé y quise abandonarlo todo, pero Hawking me resucitó, entre otros. Si vamos a pasar vivos una minusculez, ¿a qué tanta prisa por destruir la vida? ¿Tanta evolución, combinación y recombinación de átomos de hidrógeno para autoinmolarnos? ¡No, no tiene sentido! No habría leído tu "Cosmos" si hubiese sucumbido; no habría conocido a Hawking; no habría gozado de la compañía de buenos amigos, ni de ratos estupendos con lecturas, música, paseos, viajes... Y ahora, en una madrugada de domingo, no estaría escribiéndote. ¡Oh, Carl! Necesito abrazarte de nuevo, y ya van tres. A veces me siento muy sola, muy incomprendida. Seres como tú me hacen ver que mi forma de pensar es lógica y que grandes hombres la comparten; pero... ¡Estáis lejos, o muertos! ¡Oh, cuánto os adoro! Ponéis la ciencia, la cultura en nuestras manos; nos la brindáis en bandejas de oro para que la degustemos a placer y gocemos de sus beneficios. ¡Qué magna obra de generosidad!
Te incluyo aquí la carta que escribí a Hawking, allá por mayo, cuando estaba alcanzando el horizonte de sucesos emocional. 
Aún me veía incomprendida y de golpe, en un extraño arranque, sentí que únicamente Hawking estaría capacitado para  entender mi angustia, mis pesares, mi soledad. Busqué esa comprensión a través de una misiva lanzada al ciberespacio, pero mientras la redactaba me di cuenta de que tampoco sería tan dramático si Hawking pensaba como los demás; como muchos que me ridiculizaron y denigraron, que me llamaron loca e ignorante. Ya daba igual, mientras que yo no renunciase a mi propia identidad y al progreso personal, buscando siempre la superación y contribuyendo, desde mi rinconcito, a mejorar el mundo. No tengo niños a los que acariciar, y a este paso nunca dispondré de pareja y descendencia. No me preocupa, aunque me obsesionara durante las crisis, cuando mi soledad se me hacía insoportablemente cruel. Pero, ¡Me está permitido ayudar a mis congéneres! Tal vez lo haga incluso con estas líneas, o com mis artículos "disuacidas" Y a diario con mis allegados, demostrándoles amor. ¡Qué insustancial se vuelve nuestra sociedad! Todo va muy rápido, cada uno se envuelve en su propia nebulosa y no interactúa. Los dispositivos móviles están haciendo mucho daño. ¡Qué pena! Una tecnología tan maravillosa en cualquier bolsillo, fatalmente usada. Tienes razón: no sabemos gestionar nuestros medios.
Carl, grande y sabio: ¡explícame por qué estoy llorando ahora! ¿Tal vez porque quisiera que estuvieses aquí, que me ilustrases, que tomases mi mano y me condujeras por el Cosmos? ¡Ayúdame! ¡Quiero seguir aprendiendo! Hay tanto por conocer... Pero siempre seré una gran ignorante, sobre todo en ciencias: nunca me enseñaron bien las matemáticas y me disuadieron haciéndome creer idiota. Si tal cosa ocurre durante la más tierna infancia, te puede dañar permanentemente. Ahora no soy buena con el cálculo mental; no tengo lógica; no sé operar; no puedo abstraer... ¡Ay, qué analfabetismo! ¡Perdóname, por favor! Quisiera ser capaz de procesar mejor la información para así poder comprenderos con mayor plenitud. Deseo llegar a la ciencia. ¡Y acabo de terminar "Cosmos", qué pena! Por suerte me quedan nueve episodios documentales que trataré de ver en inglés, si los encuentro, para estar contigo realmente y dejarme fascinar por tu propia voz. He descargado tus memorias del ciberespacio, así como "El cerebro de Broca" y la "conexión cósmica". Soy muy curiosa y los hojearé pronto. ¡Oh, escribes sobre el cerebro, con lo que me entusiasma! ¡Qué prodigio la evolución perpetrada en la corteza! Por cierto: las depresiones trastornan el nucleus accumbens del sistema límbico, anulando nuestra curiosidad y nuestro interés por carecer de estímulos y recompensas. ¡Cuántos suicidios podrían haberse evitado con la ayuda, el tratamiento necesarios! ¿Por qué suele culparse a los deprimidos de su enfermedad? ¡Otra carga más que soportar! Yo llegué a asfixiarme por la culpa; llegué a ansiar mi propia muerte como única liberación. ¡Carl, ayúdame! ¡No permitas que estalle en lágrimas! A propósito: ¡vas a odiarme por llorar tanto! No pretendía angustiarte ni enturbiar tu recuerdo, con todo lo que has hecho por mí, por nosotros. ¡Cuán desagradecida soy! Pero..., ¿me comprendes? ¿Me aceptas? ¡Sí, claro! Si la especie humana hubiera aprendido a tolerarse, a pesar de sus minúsculas diferencias... ¡Cuánto habría avanzado! Ahora no estaríamos hablando del Daesh, ni de Donald Trump, ni de atentados terroristas, violaciones, maltrato infantil o a la pareja, intolerancia religiosa o política...

El día se abre paso. Fuera canta un mirlo. Estoy en Inglaterra, en casa de un amigo de Cranfield. ¡Qué maravilla vivir en plena naturaleza! Le damos la espalda cada vez más, ¡y eso es tan malo...! Habitamos en cajitas superpuestas, circundados de estruendo y prisas; de gente que camina sin mirar, oye sin escuchar y habla sin comprender, empujando y rezongando. ¡No, no, no! ¿Es el ocaso de nuestro avance? ¿Sucumbiremos? El mirlo emite dos notas rítmicas, repitidas. Ahora acaba de cambiar su canción, con otro esquema. ¡Y otro! ¡Qué variedad! No se parece a la ballena yubarta. Me identifico con estos cetàceos porque el sonido me sirve para orientarme: ¿qué sería de mí, ciega, sin la ecolocalización? Al igual que a estos mamíferos, la contaminación acústica me perturba grandemente. ¡Oh, cuánto ruido hay en nuestra sociedad, real y figurado! Cada vez nos comunicamos menos, y algún día ni sabremos hacerlo. ¿Para eso tantos siglos de evolución del lenguaje? Orwell tenía razón: eliminamos palabras y, con ellas, los conceptos, las ideas.
¡Abrázame de nuevo, Carl! Hoy me encuentro especialmente triste: ¿sabrás perdonarme? Seguro que sí, porque eres tan sensible... Me identifico con esa sensibilidad, y como tú adoro y admiro los árboles. Un día soñé que estaba en el bosque, junto a uno de ellos,, y de pronto se desencadenó un incendio. Iba a salir corriendo, mas algo me detuvo: "Si este árbol va a morir, moriré con él!". Imbuida por tan fuerte determinación me abracé a su tronco. El fuego avanzaba rápidamente; podía olerlo, oír el crepitar  y sentir su calor. Sin embargo, yo permanecía impertérrita aferrada al árbol y a mi destino mientras lloraba por aquel nuevo daño infligido a la Naturaleza. Cuando, antes de ser alcanzada por las llamas, mi cerebro decidió arrojarme del sueño, pude comprobar con sorpresa que tenía los ojos anegados en lágrimas.


¡Oh, adorado, humanísimo Carl! ¿Me dejas llorar sobre tu hombro? ¡No lo entiendo! Ni siquiera cuando escribí a Hawking sucumbí tanto! Bueno, es que... ¡Se trata de la emoción! Me has conmovido hasta el tuétano con tu libro, ese poético canto a la vida. Si hubiese mucha más gente como tú en este pálido planeta, nuestra especie y todas las que lo habitan tendrían más esperanza, más posibilidades de no autoinmolarse. ¡Pero no! Si pudieras ver lo que está ocurriendo ahora..., lo que ha sucedido en estos años... Aunque tu época anduvo bastante más convulsa, con la amenaza nuclear ciñéndose sobre vuestras cabezas. ¡Viste de lejos la II Guerra Mundial, y las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki! También la partida de ajedrez a ambos lados del Telón de Acero, con el muro de Berlín, la Stasi, la caza de brujas, las horrendas, espeluznantes purgas soviéticas, el maoísmo, el salvaje y gratuitamente cruento apocalipsis de Vietnam, las guerras de Irak y Afganistán...! ¿Vivías aún cuando los talibanes destruyeron los budas? Fue el año de tu muerte, si no recuerdo mal. ¡Ah, olvidaba el genocidio de Uganda! ¡Y Pol Pot, y las terribles dictaduras sudamericanas, con torturas y muertes orquestadas por un cruento Estado del terror! Esos torturadores... ¿Por qué? ¿No los acariciaron en su infancia? ¿Cómo podían permanecer impertérritos mientras infligían un lento, aniquilador daño a sus víctimas? ¡Igual que los nazis! ¡O los "interrogadores" de Guantánamo! Trump defiende ahora estas prácticas en público: ¡no puedo creerlo! ¿También lo maltrataron cuando era niño? ¡Explícamelo! ¿Por qué nos deleitamos con el padecimiento ajeno? ¡Ven, aplaca mi llanto! ¡Consuélame de algún modo! "Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen". Seguro que tú también adorabas esta magna obra de Bach, que plasma el sufrimiento humano con toda su crudeza, y la injusticia, la barbarie en general. No importa que el papel protagonista lo desempeñe Jesús, podría haber detentado cualquier otro nombre; el de la especie humana al completo víctima de la sinrazón de sus propios miembros. A veces también me planteo qué pensaría un observador extraterrestre mucho más civilizado, cómo lamentaría nuestra intolerancia y nuestra barbarie; el daño que causamos a la Tierra; los esfuerzos por invertir en armamento y afanarnos en cruentas guerras o gobiernos de terror, en lugar de querernos, amarnos, consolarnos, acariciarnos y cuidar un planeta que ha llegado tan lejos, una inteligencia tecnológica adolescente que vive en él. ¡Pobre pequeño mundo! ¿Cuál será su inmediato destino?

Te dejo, querido Carl; no es mi deseo molestarte o atribularte. Pero... ¡Aguarda! ¿Prometes seguir iluminando mi senda hacia el conocimiento? ¿Prometes no abandonarme, no dejarme sucumbir, colapsar de nuevo? Hawking tampoco lo permitiría; ni Asimov; ni... ¿Por qué habéis muerto tan pronto? Hawking ha cumplido 75, él sí nos honra con su presencia. Algún día lo abrazaré como merece; pero a ti... ¡Sólo puede ser figurado, y lo lamento!
¡Gracias, muchas gracias por tu contribución al progreso humano! Te adoro. Ahora mismo abro el libro y vuelvo a oír tu voz, a través de la distancia y el tiempo. ¡Ven, dime que llorar no tiene sentido! ¡Persuádeme del gasto de energía innecesario! ¡Repíteme que hay mucho por descubrir en nuestro Cosmos, que es absurdo dejarse cegar por las lágrimas y no contemplarlo! ¡Abrázame! ¡Tómame de la mano y condúceme por lo grande y lo pequeño! ¡Haz que me asombre ante la majestuosidad de un árbol y el melodioso canto de un pájaro! ¡Explícame cómo se ven las estrellas, cómo se percibe una galaxia o se descubre una partícula subatómica! ¡Déjame ver a través de tus ojos sensibles y ávidos de conocimiento! ¡No permitas que me venza el pesimismo! ¡Guíame!




Hemos empezado a contemplar nuestros orígenes: ?sustancia estelar que medita sobre las estrellas? Conjuntos organizados de decenas de miles de billones de billones de átomos que consideran la evolución de los átomos y rastrean el largo camino a través del cual llegó a surgir la consciencia, por lo menos aquí. Nosotros hablamos en nombre de la Tierra. Debemos nuestra obligación de sobrevivir no sólo a nosotros sino también a este Cosmos, antiguo y vasto, del cual procedemos.
Carl Sagan: "Cosmos".
Por mi parte, me gusta vivir en un universo que encierra aún mucho de desconocido y que, al mismo tiempo, es susceptible de llegar a ser interpretado. Un universo del que lo conociéramos todo sería estático y deprimente, tan aburrido como el cielo que nos prometen ciertos teólogos pobres de espíritu.
Carl Sagan: "El cerebro de Broca".

NOTAS.
1)
"Conocí a Carl en 1963, cuando sólo tenía 28 años. Era un aficionado a la ciencia ficción e iniciamos una gran amistad, y de hecho firmé como testigo de su boda con Linda. No es necesario describielo; todo el mundo sabe qué aspecto tiene".
Asimov, Isaac: Memorias. 1990.

sábado, 25 de febrero de 2017

¡Veo al coro del King's College en Cambridge!




Sobre el río Cam

 Hoy he vuelto a mi querida ciudad de Cambridge para ver un oficio de Vísperas (Evensong) con el coro del King's College: ¡todo un privilegio!
Llegamos poco antes de las cuatro, con lloviznas. Me encantan los días nublados y ese olor a humedad. Encuentro a Cambridge muy tranquila, al contrario del tremendamente estresante jaleoque caracteriza a muchas ciudades españolas. Había bicicletas por doquier: ¡claro! En un sitio tan llano... Podríamos bautizarla como "la ciudad de colinas planas".

Curiosa escultura. Cambridge

 Albergaba la esperanza de cruzarme con mi amigo Stephen Hawking, pero no ocurrió: ¿Andará también hoy por aquí o habrá ido a impartir conferencias a cualquier parte del mundo? ¡Oh, querido profesor Hawking! Estoy terminando "Cosmos". Tú tuviste la fortuna de conocer a carl Sagan: ¡incluso prologó tu breve historia del tiempo! ¡Qué gran hombre! ¿Verdad? ¡Cuánta sensibilidad, cuánto amor por el saber! Cuando acabe este artículo, le escribiré: la carta que nunca podrá leer. ¿Por qué tengo tantos amigos muertos?

La carretera de Herschel

Mañana es el día de las enfermedades raras. ¿Han dejado algún día libre en el año? Imagino que habrá muchos dedicados a varios hechos simultáneos, si no no dan abasto con sólo 365 disponibles. ¿Servirán de algo tantas efemérides? Creo que más bien conducen a la sobresaturación. De todos modos expreso mi deseo de que aumenten los fondos para investigar estas dolencias minoritarias. ¡Qué curioso es el cerebro! ¿Por qué motivo puede negarse a obedecer las órdenes del movimiento? ¿Por qué te privó de él; a ti, tan genial? ¿Qué falla en tu química?

El "Cronófago", un reloj original


Había mucha cola para entrar a la capilla del King's College, pero los menos eran los fieles: ¡casi todos turistas! !Y hasta niños de tres y cuatro años. Sin eembargo, nadie molestó con ruidos y toses; tampoco en el concierto de órgano que escuchamos justo después. ¡Así puedo concentrarme plenamente en la música! En España, por desgracia, he de sufrir a los impacientes maleducados que parecen tener alergia al silencio. El otro día en Sevilla, en "La Flauta Mágica", estuve a punto de lanzar una indignada exclamación de fastidio. "¡Señores: a los conciertos se viene ya tosidito de casa!".

Enrique VIII en la fachada


Hemos de agradecer a la religión cristiana las músicas que ha inspirado. Claro que, sin ella, igual hubiéramos compuesto cantatas a los planetas y las estrellas, a la belleza de un paisaje o a la conmovedora ternura de un niño pequeño...
¡Oh, mi querido coro del King's College, en directo! Estábamos un poco lejos y la acústica no era muy buena, pero... ¡Qué maravilla! Sobre todo un pasaje con dos niños soprano solistas. Al final interpretamos todos un himno. Yo no tenía la letra, lo hice "a bocca chiusa". Me enteré después de que hubiera podido pedir los textos en Braille. ¡Bravo! Cambridge, ciudad accesible. Me encanta la maqueta que tienen al lado del Trinity College, con la zona del centro. En ella he podido apreciar la forma alargada de la capilla del King's.

Programa del concierto


Me he hecho una foto junto al Corpus Clock, y al lado del cartel anunciador de la calle William Herrschel. ¡Sí! El músico alemán que, a la vejez, leyó un libro de astronomía, se interesó por esta ciencia y descubrió Urano. ¡Genial, ciertamente!
En nuestro camino hacia el coche, con viento, siete grados y unas tímidas gotas de agua, pasamos junto al Caius College. ¡Amigo Hawking! Sé que algún día nos encontraremos en persona. ¿Lo deseas tanto como yo? Imagino que no, pues tu cohorte de admiradores es gigantesca y yo sólo represento un mínimo porcentaje. En cualquier caso, quiero que sepas que te profeso un inmenso cariño y una gratitud suma por haber contribuido en gran parte a mi resurrección. ¡Gracias, muchas gracias! Y..., ¡Hasta pronto!

viernes, 17 de febrero de 2017

Adiós, mundo cruel: niños suicidas por acoso escolar.


Crónicas: La cadena del silencio. RTVE.La historia de Lucía en El Mundo. Si me queréis ver, tendréis que ir a mi tumba. El pasado mes de enero se quitaba la vida Lucía, una niña murciana de 13 años, guapa e inteligente, insultada y denigrada durante mucho tiempo por sus compañeros de escuela: "¿quién se va a sentar hoy con la gorda?". La despreciaban, la empujaban y la dejaban sola. El cambio de centro no sirvió de mucho, porque la niña ya había sido anulada y las secuelas continuaban allí; además de sus antiguos compañeros, si bien ya no en el Instituto.
Hace unos meses, su madre descubrió un diario en el que anunciaba repetidamente que estaba harta de sufrir, que se encontraría mejor muerta: "Estoy mal, y ahora sólo quiero descansar. Voy a llorar hasta dormir. Buenas noches, a quien pueda tenerlas". "A veces el silencio es el mejor de los gritos". "Se me caían lágrimas, pero nadie se dio cuenta: como siempre. Hay veces que quisiera encerrarme en una bola y no salir nunca".
Se alertó al centro de enseñanza sin que, al parecer, y ciñéndonos a declaraciones de los padres, tomase demasiadas medidas. Por supuesto no quiero decir que los institutos y profesores seamos los responsables últimos de estos desastres y lamento que se nos exija tan a menudo algo fuera de nuestro control, máxime cuando los niños no ponen en conocimiento el drama que atraviesan: ¡no se puede adivinar! Pero, por supuesto: ¡que nadie le reste importancia! ¡Que no escurran el bulto afirmando simplemente que se trata de "cosas de críos"! ¡Basta ya!
¡Lucía es una víctima más de esta sociedad bárbara que estamos creando! Nos inmunizamos ante la violencia porque es habitual, porque la tenemos en las pantallas todo el día; bien en televisión (películas, noticiarios, series) o en los deleznables juegos de videoconsolas. Internet es una puerta abierta al mundo con toda su crudeza, y nuestros hijos, aún carentes de criterio e indefensos, son arrojados a él. La ley del más fuerte prevalece en las escuelas y otros grupos sociales: domina el violento, el que grita, el que insulta y denigra, el chulito fanfarrón. Las víctimas suelen ser personas tímidas, o muy inteligentes (consideradas excéntricas), o discapacitadas (bien físicas o intelectuales). Estos cobardes matones atacan al débil, al que no los delatará. Así, los críos son condenados a sufrir en silencio el peor de los calvarios..., hasta que explotan.
Por favor: ¡frenemos tamaña lacra! ¡Denuncien! No ya ante el colegio: ¡en la Fiscalía! Y vosotros, queridos niños: ¡no estáis solos, recordadlo! ¡No os calléis! ¡Nunca! ¿Me oís? ¡Nunca! ¡Os apoyamos! ¡Os apoyaremos en todo momento! No tengáis miedo y confiad en quien os quiere, en quien os puede auxiliar. ¡No os quitéis la vida, os ruego! ¡Jamás! ¡Bajo ningún concepto! Miradme y escuchad con atención: si os matáis, ya no habrá nada. En cambio, la situación actual puede acabar pronto; sobre todo si nos ayudáis a ponerle coto con vuestra delación. ¡Hacedlo, no esperéis más! Cielos, ¡queremos veros vivir; crecer; perseguir vuestros sueños! ¡No sucumbáis! ¡Sois muy, muy valiosos! ¡Esos idiotas no pueden derrotaros, no se lo permitamos! ¿Qué pasa si os sentís distintos? ¿Con quiénes queréis igualaros? No imitéis a nadie: ¡sed vosotros mismos! ¡Viva la diferencia! ¿Os cuento un secreto? Muchos acosadores hacen daño por pura envidia. Además son unos cobardes: ¡unos despreciables cobardes! ¡Estáis muy por encima de ellos, queridos! No merecen ni un minuto más de vuestro tiempo; de vuestro sufrimiento; de vuestras lágrimas. ¡No os rindáis!
Van mi abrazo y mis ánimos para chavales, familias y amigos.
Teléfono de Atención a Niños y Adolescentes.
Línea de prevención del suicidio centralizada (España): 902500002. No implica costes para el usuario a pesar del prefijo, pues desvía a los números provinciales.
Superdotados y acoso escolar.
Los discapacitados, grupo de riesgo.
 

Hyperloop: viajando por un tubo.


Entrevista radiofónica a Manuel Martínez, diseñador de uno de los proyectos.
¿Os imagináis allá por 2037, viajando de Sevilla a Barcelona en menos de una hora, en unas cápsulas que se desplacen, sin conductor y con energía absolutamente limpia, por el interior de tubos al vacío propulsados mediante levitación magnética y motores de inducción? Eso es Hyperloop, el transporte del futuro. En agosto se decidirá quién ha ganado el proyecto de diseño, que se presentó a concurso. Algunos estudiantes españoles de grado y máster decidieron probar suerte con sus ideas: ¿tendrán éxito? Dentro de diez años, Hyperloop se destinará al transporte de mercancías, ¡y las personas lo usaremos en unas dos décadas! ¡Huy! Con lo que yo viajo, me vendría de escándalo. Entonces tendría alrededor de sesenta, y espero que mis ganas de conocer mundo permanezcan inalteradas.
Desde aquí expreso mi deseo de que estos jóvenes españoles cosechen mucho éxito, independientemente de si ganan o no la apuesta Hyperloop. Nuestra ciencia necesita muchas inyecciones, mas parece ser que los presupuestos van a ir destinados a defensa en detrimento del progreso. Seremos unos burros que se peleen mucho, retrocediendo así en nuestra concepción del universo y dando pasos firmes hacia un desastre seguro. ¿Vamos a arrojar por tierra tantos avances como ha alcanzado el Homo Sapiens Sapiens a lo largo de miles de años? ¡Sería imperdonable!
VIVAT SCIENTIA!

miércoles, 8 de febrero de 2017

José Luis Pérez de Arteaga: IN MEMORIAM.


Escuchar programas especiales.
¿Quién no lo ha visto alguna vez en un festival importante, en un concierto de cualquier ciudad de España? ¿Quién no ha oído su voz en televisión y no se ha deleitado ante su vasta cultura y sus ilustrativos comentarios? ¿Quién no ha crecido con la banda sonora de "El mundo de la fonografía"? ¿Quién no se ha maravillado ante su constancia, su persistencia, su perseverancia, la continuidad durante más de treinta años en nuestra emisora clásica? Sí, es él: Pérez de Arteaga, que nos ha dejado esta noche a los 66 años. Radio Clásica experimenta hoy un vacío que tardará en llenarse, porque Arteaga, si bien colaborador, es un histórico. Su labor ha resultado encomiable, de manera que hemos perdido a un crítico musical de primer orden.
Siempre invade una gran tristeza ante la muerte de personalidades, por más que sepamos que sin ella tampoco habría vida; que es el fin natural de todo individuo. Pero las despedidas son tristes, muy tristes. Cuando un artista, un científico, un grande en general nos abandona, parte de nosotros se rebela implorando una suerte de eternidad para él: "¡los genios no deberían morir! O, al menos, no tan pronto" -pensamos.
La Parca es democrática, llega para todos; aunque algunos gocen de mayor calidad de vida, de más años; aunque algunos sepan aprovechar mejor el tiempo o compartir con nosotros sus dotes. Arteaga, pues, estará siempre vivo: en el recuerdo y en las innumerables grabaciones; en el cariño de compañeros y oyentes a lo largo de las décadas. Ahora podrá retransmitir para nosotros el concierto de los coros celestiales, y Apolo y las Musas tocarán para él.

SIT TIBI TERRA LEVIS.
Por cierto, José Luis: tenías toda la razón. Se está muriendo gente que no se había muerto antes.

Síndrome de Williams: enfermedad rara con extraordinarias dotes musicales.


¿Qué es el síndrome de Williams?
¿Cómo puede una enfermedad genética hipertrofiar las dotes musicales? ¿Podríamos descubrir la forma de potenciar estos talentos en individuos sanos? ¡Píldoras de musicalidad, melograjeas!
El síndrome de Williams es una enfermedad rara que afecta a uno de cada 7.500 niños. Se caracteriza por rasgos faciales específicos, problemas cardiacos y en otros órganos, disfunciones motóricas y retraso intelectual severo en casi todas las áreas. Curiosamente presentan varios dones: dominio del lenguaje con exquisito vocabulario, sociabilidad, empatía y confianza absoluta en la gente y, lo que aquí nos ocupa, ¡un extraordinario sentido para la música! Todos tienen oído absoluto, hipersensibilidad y respuesta inmediata a estímulos musicales; tocan instrumentos y necesitan este arte para vivir. En ellos es esencial, como el aire que respiran. Con la educación y los cuidados médicos apropiados, podrían convertir la música en su profesión, o dedicarse a ayudar a otros enfermos, porque adoran al prójimo.
El gran neurólogo Oliver Sacks, recientemente fallecido, dedica un capítulo de su magnífico libro "Musicofilia" a las particularidades de personas afectadas por esta rara dolencia. Aprovecho para recomendar la obra y la musicoterapia en general, pues, como Sacks y otros han descubierto, la música es lo último que se pierde. Incluso ante lesiones cerebrales que implican una pérdida absoluta de memoria, los pacientes cantan o tocan un instrumento como siempre hicieron. También en el Alzheimer. Asimismo deaparecen los tics de los Tourette, puede curar depresiones o inducir al movimiento de miembros paralizados. Y, por supuesto, la musicalidad configura el cerebro de un modo específico, beneficioso para otros ámbitos. ¿Por qué, entonces, nuestros sistemas educativos consideran a la música como una materia sin importancia, de segundo o tercer orden? ¡Qué ignorantes, qué insensibles, qué burros!
Se necesita a más gente como Sacks. Entre tanto, sigamos confiando en el poder sanador de ritmos, melodías y armonías.
¡Cuánto podemos aprender de los chicos Williams! Por favor: si son padres de uno, ¡denle música! Así conseguirán que viva feliz.

lunes, 6 de febrero de 2017

Intolerancia religiosa, superchería y fanatismo: ¿hasta cuándo?


Por mi parte, me gustaría vivir en un universo que encierra aún mucho de desconocido y que, al mismo tiempo, es susceptible de llegar a ser interpretado. Un universo del que lo conociéramos todo sería estático y deprimente, tan aburrido como el cielo que nos prometen ciertos teólogos pobres de espíritu.
Carl Sagan: "El cerebro de Broca".
«Dado que existe una ley como la de la gravedad el universo pudo crearse a sí mismo de la nada, como de hecho ocurrió. La creación espontánea es la razón de que exista algo, en vez de nada; de que el universo exista; de que nosotros existamos. No es necesario invocar a Dios para que encienda la mecha y ponga el universo en funcionamiento».
Stephen Hawking.
DESAPRUEBO LO QUE DECÍS, PERO DEFENDERÉ HASTA LA MUERTE VUESTRO DERECHO DE DECIRLO.
Voltaire.
Los hombres creen que la epilepsia es divina, simplemente porque no la entienden. Pero si llamaran divino a todo lo que no entienden, realmente las cosas divinas no tendrían fin.
Hipócrates.
Una infausta tarde, un día de tantos durante mi periodo depresivo, me llamó la amiga de una compañera con la que había mantenido esporádico y circunstancial contacto meses atrás
-Si estás mal, lo mejor es que te vengas conmigo a la oración.
-¡No, si no soy creyente!
-Eso da igual: te vienes, nos conoces, que hay chicos muy simpáticos, tomamos algo y... ¡ya verás!
-Sí, pero me voy a aburrir; ¡me voy a sentir fuera de lugar!
-¡Que no: hazme caso!
La voluntad era precisamente lo que me faltaba en esos años de anulación, de desequilibrio en el sistema límbico; así que me dejé llevar. Como había supuesto, resultó soporífero: todos sentados, rezando monótonamente mientras aguardaban no sé qué gracia divina que, por supuesto, no llegó; o al menos yo no la noté. No me malinterpretéis: que rece quien quiera, quien así se sienta mejor; pero, ¿yo? ¿Por qué, para qué? ¡Absurdo!
Poco tiempo después volvió a llamar mi evangelizadora preguntando si la acompañaba a la parroquia. Me negué, claro está, y su reacción me sorprendió en demasía:
-¡Es que no te dejas ayudar, no pones voluntad! ¿Sabes una cosa? ¡Yo también tengo mis propios problemas! Eres una egoísta: sólo piensas en ti. Desde ahora te bloqueo del What's App: ¡no tienes vergüenza!
¡Bravo! ¿Y presume de caridad cristiana, de auxiliar a los desfavorecidos, de solidaridad? ¿Son ésos los hombres BONAE VOLUNTATIS? ¡Qué gracioso! Tolerancia con quienes piensan exactamente igual que ellos: ¿verdad? ¡Así es facilísimo!
Cuando uno está mal, aparecen salvavidas por generación espontánea recomendando homeopatía, agua mineral con ampollas de no sé qué mezcladas y en reposo durante 48 horas antes de la ingesta (¡es verídico!), papelitos donde se escriben los problemas y luego han de ser quemados... ¡Bien, querida psicóloga! Si provoco un incendio en casa, multiplico exponencialmente mis tribulaciones.
Hace poco, en el tren, tomó asiento a mi lado una monja de clausura sudamericana, residente en no sé qué convento de por aquí. Cuando me preguntó por mi inclinación religiosa le respondí que soy atea, y pareció horrorizarse:
-¡Ah, por eso sufres! Voy a rezar por tu alma.
-No, no te molestes: no creo en el alma y ya soy feliz: no necesito la religión.
-¡Claro, pero entonces no sabes qué está bien y qué está mal; yo ya no voy a preocuparme por ti.
-¡Repito que no tienes que preocuparte de nada! Y perdona: quizás me rijan unas concepciones morales mucho más sólidas que las tuyas, porque nadie me las ha impuesto y porque no actúo atemorizada por un castigo o una recompensa eternos. He llegado a mis principios por decisión propia. ¿Qué pasa, que según tú quienes piensan de forma diferente son amorales? ¿Cómo queréis que creamos? El fanatismo religioso ha acabado con muchas vidas inocentes y lo sigue haciendo, por desgracia. Yo soy tolerante, y la tolerancia no ha matado a nadie. Puedo quererte a ti, por ejemplo, sin ningún problema, aunque tú vayas a misa y yo no..., y tú sin embargo me rechazas.
La monjita siguió en sus trece. Tal vez, en sus visiones oníricas, se le aparezca mi espíritu como algo demoníaco de lo que hay que huir.
Según la lógica de gente como ella, yo habría tenido que eliminar de mi lista de amigos a todos los creyentes: ¡menuda idiotez! Pero, ¿por qué todavía existe ese pudor cuando uno se reconoce ateo? ¡Que Franco murió en 1975! El gran Manuel Toharia hubo de afrontar respuestas absurdas en Facebook cuando habló en Radio Nacional sobre el origen del universo y el big bang. Alguien sugirió incluso que se lo censurara, que no se hace proselitismo ateo en una radio pública. ¡Ja, ja! ¡Hablar de ciencia es hacer proselitismo! Y ellos, que meten la religión católica en todas partes... En la educación de un Estado aconfesional, por ejemplo, que se supone que es España (o eso reza la Constitución).
Por supuesto que Toharia no opinó sobre creencias religiosas, que no tenían cabida en una charla sobre física ni eran el tema expuesto; sólo explicó algo nada nuevo en absoluto, ni mágico, ni sorprendente: la transformación de energía en materia y la conservación de ésta. Todos los escolares lo recitan (me recuerdo a mí misma haciéndolo, con doce años, en el pasillo de camino al patio de recreo): "La energía no se crea ni se destruye: únicamente se transforma". ¡Gran Einstein, ayúdame! E=mc², ¡Verdad? Cierto: "es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio". Seguro que tú también te topaste con muchos intolerantes. ¡Oh, pobre! Rechazado en Alemannia por los nazis y en Estados Unidos por los macarthistas y otros ignorantes, ¡habiendo visto anteriormente cómo arrojaban la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki...! Mas sigamos con lo nuestro. Cualquier niño de primaria suelta asimismo, de carrerilla, que la Tierra gira en torno al Sol, y que es un planeta de tantos y tantos, sin mayor importancia cósmica. Galileo estuvo a punto de morir quemado por atreverse a afirmarlo, y tuvo que retractarse y vivir bajo arresto domiciliario: ¡pobre hombre!
¿Qué ventaja evolutiva presentan el fanatismo y la sinrazón? Bueno, opino que ambos son directamente proporcionales a la incultura y la ignorancia. ¡Cuántos males podríamos remediar con la educación adecuada! Pero los sistemas educativos van decayendo, degenerando, empobreciéndose y acatetándose. La universalidad, la amplitud de miras necesaria para abrir las puertas al conocimiento sin prejuicios es reemplazada por un provincialismo que asusta, donde lo mejor es el pueblo de uno simplemente porque ha nacido allí. Lo siento: esa ceguera no la soluciona ningún oftalmólogo.
La diversidad es buena; es positiva; es necesaria. Con ella descubrimos que no somos los únicos; que nuestra concepción no tiene por qué ser la mejor y, sobre todo, aceptamos el hecho de cambiar de opinión como algo natural. El error nos hace crecer y asumir los propios fallos nos engrandece. ¡Oh! ¡De cuánto dogmatismo nos libraría entender esto!
Tiendo a ser pesimista en general, y, teniendo en cuenta las andanzas del Daesh y de Donald Trump, entre otros, el panorama no resulta muy alentador. Confiemos en que nos invada una pandemia de sensatez.
ERRANDO DISCIMUS.

[DOS DÍAS DESPUÉS]

Me comunica un corresponsal que este artículo es un insulto a todas las religiones, "proselitismo de la ciencia [parece ser que llaman así a la curiosidad y el interés científico]" y me pide que demuestre la existencia del universo sin un dios. ¡Ah, magnífico! Él, que es quien sostiene afirmaciones que van en contra de la Física, me incita a contraargumentar. ¿Por qué no al revés? Claro, sólo puede hacerlo con una única frase: "Es cuestión de fe". Ahí directamente no seguimos hablando, pero a eso lo llamo yo principio de autoridad: una peligrosa trampa fanática que, entre otras cosas, es incompatible con el método científico. Muchos han perecido o se han visto silenciados por culpa de esta sinrazón.
Queridos lectores de cualquier credo: ¿os sentís insultados? Si es así, ¿por qué?
¡Viva la libertad de pensamiento!
[Una semana después]

Estimado profesor Hawking; queridísimo amigo:
Otro corresponsal de la misma lista arremete directamente contra ti. Dice que no has aportado nada, que sólo eres famoso por un libro de divulgación y una campaña de mercado e intereses orquestada por las editoriales y la universidad de Cambridge. ¡No puedo creerlo! ¿Así arroja por los suelos tu encomiable trayectoria vital?
¿Qué? ¿Cómo que no llore? ¡No es para menos! ¿Cómo me voy a relajar, después de esto? Los agujeros negros de la ignorancia autocomplaciente sí que no ofrecen salida. ¿Que no pierda el tiempo? Claro, el tiempo es un preciado don, ¿verdad? Necesito abrazarte: ¿me dejas? ¡Gracias! ¿Cómo que no tiene importancia? ?Que es absurdo preocuparse? ¿Por qué? ¡Te han insultado, te han ofendido!
Te escucho: ¡perdona! ¡Soy incorregible! Dime. No, no conozco al sujeto; es miembro de una lista... ¿A qué cita de Shakespeare te refieres? !Aaaah! Tienes razón: el mundo está desquiciado, ¡ja, ja! Pero yo no voy a ser quien lo arregle. Hay gente de todas clases: es tarea mía buscar a quien me convenga, ¿no? ¡Oh, siempre me apaciguas! ¡No, no te preocupes! Ahora lloro de emoción. !Gracias, mi adorado profesor Hawking!


Si se diera una fiel relación de las ideas del Hombre sobre la Divinidad, se vería obligado a reconocer que la palabra "dioses" se ha utilizado casi siempre para expresar las causas ocultas, remotas, desconocidas, de los efectos que presenciaba; que aplica este término cuando la fuente de lo natural, la fuente de las causas conocidas, deja de ser visible: tan pronto como pierde el hilo de estas causas, o tan pronto como su mente se ve incapaz de seguir la cadena, resuelve la dificultad, da por terminada su investigación, y lo atribuye a sus dioses… Así pues, cuando atribuye a sus dioses la producción de algún fenómeno… ¿Hace algo más, de hecho, que sustituir la oscuridad de su mente por un sonido que se ha acostumbrado A oír con un temor reverencial?
Paul Heinrich Dietrich, barón Von Holbach.
William James solía predicar la "voluntad de creer". Yo, por mi parte, quisiera predicar la "voluntad de dudar"... Lo que se persigue no es la voluntad de creer, sino el deseo de descubrir, que es exactamente lo opuesto.
Bertrand Russell: "Sceptical Essays" (1928).

sábado, 4 de febrero de 2017